EL FILÓSOFO, DE LA CALLE
DICHOS LATINOS,
ANALISIS, 1855 AÑO. XV
Sidera coela additis;
vel in silvam ne ligna feres nec in mare aquam, vel qui ut puerom non facitur
in coelo non erit.
Dar voz a los que no
tienen; aunque algunos dan por Dios al que tiene más que voz.
El hombre cree que vive
por virtud de las fuerzas que él puede controlar, pero de hecho, es gobernado
por el poder de orígenes ocultos, poder sobre el cual él no tiene ningún
control, dice Hawkins, uno de esos poderes es el del comunicador social y del
que tiene el oficio de escribir:
Filosofando
Por: UNGA
El Comunicador Social y el Oficio de
Escribir
Es muy probable que así haya empezado la difícil y frecuentemente
incomprendida profesión de comunicador social.
El pueblo hebreo guiado por Moisés a la tierra de leche y miel acampó a la
orilla del mar Rojo. Los egipcios, junto con su jefe el Faraón, se acercaban pe
ligrosamente.
Entonces... los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios
marchar contra ellos, y llenos de terror clamaron a Dios, y dijeron a Moisés:
¿Es qué no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir?
¿Qué es lo que nos has hecho con sacarnos de Egipto? ¿No te decíamos nosotros
en Egipto que era mejor servir a los egipcios que morir en el desierto?
Moisés, preocupado, se alejó del grupo para ir a dialogar con su Manager
Yahvé el cual le dijo:
- Tú alza tu bastón y tiende el brazo sobre el mar y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio, en
seco.
Al regresar con sus compañeros, un hombre se acercó al gran líder y
preguntó:
- ¿Qué harás ahora?
Moisés contestó:
- Haré que se abran las aguas, pasaremos nosotros y cuando pasen aquellos
haré que las aguas se cierren, sepultándolos.
El hombre dio un alarido de admiración y dijo:
- Si lograras hacer eso, te juro que te consigo ocho planas en la Biblia.
Aquí se engendró la profesión del periodista. Nació potencialmente, desde
aquel entonces, la inquietud del hombre por decir su palabra, y más si se sabe
escribir bien - afirma Sinuhé, el egipcio:
- Tienes razón -dijo-, un soldado no necesita saber escribir, debe saber
solamente batirse. Si supiere escribir sería jefe y daría órdenes al más bravo
de los soldados.
- Porque todo hombre que sabe escribir es capaz de mandar a los soldados, y
no confían ni cien hombres al jefe que no es capaz de garabatear unos signos
sobre un papel. ¿Qué placer puede hallar en las cadenas y las condecoraciones
si es el hombre de la pluma quien le da las órdenes?
- Pero así es y así será siempre. Por esto te digo, muchacho, que si
quieres mandar soldados y conducirlos, aprende primero a escribir. Entonces los
portadores de cadenas de oro se inclinarán ante ti y los esclavos te llevarán
al combate en tu litera.
Así, yo Sinuhé, abandoné el sueño de ser soldado y no protesté cuando al
día siguiente mi padre y mi madre me condujeron a la escuela y a la biblioteca
del MI PUEBLO.